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OPINIÓN
EL VASO (COMO LALÍN) ¿MEDIO LLENO, MEDIO VACIO… O VACIÁNDOSE?
Fecha 09/12/2024
Los datos dados a conocer por el Instituto Galego de Estadística, esta misma semana, tienen un aspecto positivo, un matiz sociológico y un jarro de agua fría para el futuro (es curioso que solo veamos publicaciones sobre el número total de habitantes, pero no sobre las cuestiones derivadas ni las proyecciones de este). Resumiendo, el Instituto Galego de Estadística nos viene a decir, a través de sus distintas proyecciones, que:
• Lalín tiene hoy 20.277 personas censadas. ¡Enhorabuena a los premiados!
• La inmigración, principalmente la del norte de África, salva a Lalín de caer por debajo del umbral de los 20.000 habitantes. ¿Verdad incómoda para algunos?
• En 15 años la comarca lalinense perderá un 13% de la población. ¿Nuestros hijos vivirán con un presupuesto público (y sus servicios) infinitamente más limitado que nosotros?
Dicho lo cual, un par de análisis (para los que no se dejan llevar por el triunfalismo del dato frío y los que no quieren caer en el cortoplacismo):
- Lo esencial es que, estar en la categoría de más de 20.000 habitantes supone un aumento de la financiación que se puede estimar en un incremento del 20% (en aplicación del coeficiente 1,5 n lugar de 1 para la distribución de los presupuestos municipales que nos asigna el Estado).
- Así que, en Lalín, hay que tener en cuenta que este aumento de financiación llega, en gran medida, gracias a la población inmigrante que decide instalarse aquí (beneficio económico, al que habría que sumar realidades como el hecho de que vienen a cubrir una demanda de mano de obra, que los “autóctonos” no quieren o pueden cubrir y la industria -agraria principalmente- necesita).
Siendo esto una verdad incontestable, también debería implicar un retorno de beneficios hacia esas comunidades. No olvidemos que son una población muy volátil, hoy están aquí y mañana se van (básicamente por cuestiones relacionadas con el empleo… pero también de un mínimo de servicios).
Nos guste o no, es la realidad con la que se construye el Lalín de los últimos años; si lo que queremos es mantener esa categoría “de financiación”, también se deberían proyectar en los presupuestos municipales de Lalín políticas de atención social reales, para esos inmigrantes… políticas que les permitan una plena integración en nuestra dinámica social, porque básicamente sólo “nos sirven” para ajustar cuentas, pero resultará que ellos dan mucho más de lo que percibimos.
A partir de aquí viene el segundo debate, que es el vivido en los últimos días, con cierta demagogia y en sede municipal, sobre este tipo de cuestiones. No se puede analizar de forma aislada un dato, como no se puede generalizar un comportamiento ilegal a todo un enorme colectivo. Es necesario que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cumplan su función (extrayendo “manzanas podridas” que se sienten muy cómodas en el enfrentamiento “cultural”), pero también es necesario que los políticos estén a la altura. Y no lo están ni unos (los que deberían estar articulando políticas de integración) ni otros (los que deberían estar vigilando, que eso se hace). En su día, el Ayuntamiento “favoreció” esos censos que sirvieron para mantener la “categoría”… hoy les toca ser coherentes y por supuesto asumir las consecuencias derivadas de ello.
• Lalín tiene hoy 20.277 personas censadas. ¡Enhorabuena a los premiados!
• La inmigración, principalmente la del norte de África, salva a Lalín de caer por debajo del umbral de los 20.000 habitantes. ¿Verdad incómoda para algunos?
• En 15 años la comarca lalinense perderá un 13% de la población. ¿Nuestros hijos vivirán con un presupuesto público (y sus servicios) infinitamente más limitado que nosotros?
Dicho lo cual, un par de análisis (para los que no se dejan llevar por el triunfalismo del dato frío y los que no quieren caer en el cortoplacismo):
- Lo esencial es que, estar en la categoría de más de 20.000 habitantes supone un aumento de la financiación que se puede estimar en un incremento del 20% (en aplicación del coeficiente 1,5 n lugar de 1 para la distribución de los presupuestos municipales que nos asigna el Estado).
- Así que, en Lalín, hay que tener en cuenta que este aumento de financiación llega, en gran medida, gracias a la población inmigrante que decide instalarse aquí (beneficio económico, al que habría que sumar realidades como el hecho de que vienen a cubrir una demanda de mano de obra, que los “autóctonos” no quieren o pueden cubrir y la industria -agraria principalmente- necesita).
Siendo esto una verdad incontestable, también debería implicar un retorno de beneficios hacia esas comunidades. No olvidemos que son una población muy volátil, hoy están aquí y mañana se van (básicamente por cuestiones relacionadas con el empleo… pero también de un mínimo de servicios).
Nos guste o no, es la realidad con la que se construye el Lalín de los últimos años; si lo que queremos es mantener esa categoría “de financiación”, también se deberían proyectar en los presupuestos municipales de Lalín políticas de atención social reales, para esos inmigrantes… políticas que les permitan una plena integración en nuestra dinámica social, porque básicamente sólo “nos sirven” para ajustar cuentas, pero resultará que ellos dan mucho más de lo que percibimos.
A partir de aquí viene el segundo debate, que es el vivido en los últimos días, con cierta demagogia y en sede municipal, sobre este tipo de cuestiones. No se puede analizar de forma aislada un dato, como no se puede generalizar un comportamiento ilegal a todo un enorme colectivo. Es necesario que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cumplan su función (extrayendo “manzanas podridas” que se sienten muy cómodas en el enfrentamiento “cultural”), pero también es necesario que los políticos estén a la altura. Y no lo están ni unos (los que deberían estar articulando políticas de integración) ni otros (los que deberían estar vigilando, que eso se hace). En su día, el Ayuntamiento “favoreció” esos censos que sirvieron para mantener la “categoría”… hoy les toca ser coherentes y por supuesto asumir las consecuencias derivadas de ello.